miércoles, enero 02, 2008

Confianza

En el estupendo blog de Maria* (ni pa ti ni pa mi, le pongo el esterisco y ya) escribía en uno de los comentarios algunos de mis siete deseos. No sé si para el año nuevo o para qué, pero los dos primeros los necesito como el respirar.

Confianza y seguridad. Quizá sea lo mismo, pero me urge. Me urge porque soy un cagao, un cobarde. No en todo soy un cagao y un cobarde. Menos mal. Por ejemplo, en la faceta laboral me considero bastante atrevido, he sabido decir que sí cuando me han ofrecido ser un rango superior y no me han temblado las piernas. En algunas cosas también lo soy. Por ejemplo, el día que hice el examen práctico de conducir iba a comerme el mundo. No iba asustado, no me hizo tomarme una tila, iba confiado. A pesar que la cagué y bien cagada y que suspendí. Aun así, después de cagarla aún confiaba en mis posibilidades y no me rendí. Estoy a punto de la reválida y ya me veo con la jodida 'L'.

Sin embargo, con las tías me entra un tembleque que me impide respirar, como que se esconde en un cajón toda la confianza que en alguna parte de mí tengo. Ni idea. Sólo sé que me cuesta. Me cuesta hablar de sentimientos cara a cara, me cuesta dar un beso, me cuesta lanzarme. Envidio al tonto a las tres que se las lleva de calle, que no sé con qué, las encandila. Bueno, sí lo sé y por lo que escribo esto: la confianza en uno mismo o el no pensar, porque deben ser sinónimos o en mi caso van de la mano.

Dos ejemplos: llevo (no lo he contado) como un año detrás de una chica. Ella lo sabe y aunque me ha dado más de arena que de cal (más malas que buenas o menos buenas de las que yo querría) no me he atrevido a darle un beso en condiciones. Siempre en la mejilla y porque un día me pinché y no sé cómo, se lo di. Luego de éste vinieron más, pero me cansé de la mejilla. También me cansado de ser yo el que va detrás sin recibir nada a cambio. Eso me ha ido matando y por ello me he propuesto olvidarla desde ya (aunque la vea día sí día también).

La cuestión es que el día 1 de enero, en plena celebración del año, la suerte llamó a mi puerta y yo la volví a rechazar. Mi mejor amigo y su novia lo tenían todo planificado. Conocí a una amiga suya y así a primera vista me gustó. Yo a ella también. Cuando mi amigo me lo confirmó no encontré el momento de "atacar" como él me decía. Nos cogimos de la mano, íbamos cogidos de la cadera como cualquier otra parejita... Y nada. No me atreví. Soy un cagao. Cuando pienso mucho me enredo y no hay quien desate esos hilos. Son los putos hilos que no me dejan respirar o ir a por lo quiero. En fin, que después de toda la noche con todo en bandeja y no atreverme (no soy un chico "fácil" o que le meta la lengua a la primera que vea) le pedí el teléfono y me lo dio. Ayer le hice una perdida y me la respondió. Pensé en enviarle un mensaje pero eso era demasiado cobarde. Así que después de estar por lo menos tres horas pensándolo (siempre sale mal si lo piensas) la he llamado y... ¡no lo ha cogido! Toma patada en los cataplines. Por fin me atrevo y nada. Ahora estoy jodido porque se creerá que soy un depravado o un enfermo que se ha obsesionado con ella. Y no, yo sólo quería ir al cine con ella, o ir a dar una vuelta o conocerla un poco más. Grrr.

Estoy bastante cansado ya. Dentro de dos días me reencontraré con la chica que tanto ha pasado de mí y volveré a echar por traste mis propósitos. Si no es ese día, será el siguiente. A no ser que ella se dé cuenta. Y con ésta última no sé si lo intentaré. Paso de ser yo el que siempre va detrás. Si le gusto, o le gusté o me quiere conocer, que lo diga ¿no? ¿Por qué siempre somos nosotros los que tenemos que dar el paso?

Bueno, me callo ya que están haciendo Los Serrano :P y quería desahogarme un poco. Necesito confianza y no sé donde encontrarlaaa!!

Escuchando... El tren de mitjanit, de Sau + El año cero, de Nek