domingo, febrero 18, 2007

Mi tonto carnaval en voz muy bajita

Como si del sol en un día de tormenta se tratara, andaba buscando el 17 efe del calendario. Carnaval. Te quiero, que dicen. Tenía ganas de querer algo. Y mira tú por donde que la suerte o no se qué se alió para que tuviese libre el esperado día D. Carnaval de fiesta, de música, (de huevos) confeti y serpentina.

Tenía en mente escribir una bonita historia de lo vivido. Más que bonita, la real. Que no ha estado mal, ha sido fantástica. Pero no. Mejor escogeré los momentos que quizá, y a estas horas en las que todos duermen, transitan por la cuerda floja de mi cerebrín.

1. Regalo abrazos. Por la tarde. Cruzando la plaza del ayuntamiento. Es carnaval y mucha gente no duda en disfrazarse. Una chica, a lo lejos, acompañada de una amiga, disfrazada de forma indescriptible pero con un cartel colgando sobre su cuello en el que se puede leer "abrazos gratis", me ofrece, así, por mi cara fea, un abrazo gratis.

-¿Quieres un abrazo? --me dice

- No, no --respondo con cara de gilipollas-. Ya le abrazo a él (y señalo al amigo que me acompaña).

La chica se va triste por no cumplir su objetivo y mientras, un señor mayor que iba detrás nuestro y que está un pelín celoso porque a él no le han ofrecido un abrazo gratis, suelta por esa experimentada boquita:

- A eso nunca se le dice "no"

Coño. El abuelo me hace reflexionar. ¡Me regalaban un abrazo y lo he rechazado! ¡Con lo caros que van los abrazos! Estoy para echarme atrás e ir corriendo a darle un fuerte abrazo. Un abrazo de arrepentimiento. Pero no. Pienso que ya es tarde, que paso de hacer el ridículo (?) y dar un abrazo a una tía que no conozco y que tal vez me ofrecería el más frío de los abrazos.

Pero por dentro sigo pensando. Que tonto he sido. Un abrazo de alguien tiene las mismas posibilidades que te toque que el gordo de Navidad. Que tonto que soy.

2. A tope, tío. Santi Millán en el carnaval. Impresiona. Parecemos tontos. De verlo siempre en la caja tonta a verlo en persona pues no sé. Piensas: "Joder, es de verdad, es persona" y por varios minutos nos ponemos a observarlo un colega y yo indecisos por ir y pedir hacernos una foto con él. Pero nada. Finalmente le dejamos en paz (ni siquiera le saludamos), que cuide de su criatura y de su mujer (¡menuda mujer!).

3. Manda huevos. Tengo aparcado en una plaza de parking cerrado con llave mi lado bandálico. De ello me doy cuenta cuando veo que algunos desalmados (?) se divierten tirando huevos a la gente que celebra el carnaval. Mi lado tierno se apiada de esa gente. No se merecen un huevazo. Prefiero no mirar y hacerme el sueco. Ese lado bandálico mi vida me dice que ya lo ha vivido y que nada bueno le puede aportar ahora. Pero muchos se lo pasan genial haciéndolo. Y aunque no son formas, los entiendo.

4. Esa especial. Chica, es lo que falta entre esa y especial. Hablando de lados. Hay uno que tengo superdesarrollado. El de la efímera felicidad, el de reir como un tonto durante minutos y minutos sabiendo, en mi subconsciente, que quien tengo delante piensa que soy así de tonto. Y quizá esté en lo cierto, porque si muestro ese lado es porque es parte de mí. Pero por suerte no es el único. La efímera felicidad encumbra momentos y los idealiza. Los imagina y los puede llegar a vivir con los ojos abiertos. Como cuando veo a esa especial. El inconsciente (que no el subconsciente) me dice que esos ojos gritan en silencio que las palabras sean traducidas al lenguaje de la no palabra. Pero mi consciente es consciente que eso es puramente imposible. Y así, mientras me hablen sub e in, pero mi consciente tenga toda la razón, poco hay que hacer.

●• Cc´

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